Antes de la aparición del coronavirus, la Bolsa de Estados Unidos llevaba casi 4 años de crecimiento a altas tasas, con un aumento del 80% en ese lapso. En medio de ese aumento continuo de los precios de los activos financieros se comentaba que podía haber una “burbuja financiera”, que luego terminó explotando.
Técnicamente, una burbuja financiera ocurre cuando los precios de los activos financieros aumentan veloz y desproporcionadamente en comparación a su valor real. Generalmente suceden por mera especulación: cuando los inversores ven que los precios de esos bienes suben mucho y quieren comprar más para venderlos a un precio mayor, lo que a su vez sigue inflando más la burbuja.
El problema ocurre cuando esos precios ya se alejaron demasiado de sus valores reales. En ese momento, los inversores intentan salir a vender masivamente sus stocks y ese aumento de la oferta hacer caer los precios fuertemente. Entonces, una vez que los precios llegaron a su tope de crecimiento, ocurre una caída en picada (crash) que deja al activo con un precio por debajo de su valor natural y trae además una crisis económica.
Ante estas situaciones, los gobiernos tienen dos opciones: dejar “explotar” sola a la burbuja o “explotarla” antes para controlarla. Esta última opción seria por ejemplo que un gobierno decida aumentar la tasa de referencia para que baje la demanda de acciones. La ventaja de esto es que la “explosión” puede ser controlada, aunque también puede frenar un ciclo de crecimiento económico.
Ejemplos de burbujas
Uno de las burbujas más recordadas fue la Gran Depresión en 1929 en Estados Unidos, que ocurrió por un aumento exponencial de las acciones. La gente se endeudaba para comprar acciones y luego venderlas a precios mayores, lo que generaba un aumento enorme del valor de los papeles y del endeudamiento. Este ciclo se dio durante casi toda la década del ‘20 y explotó en 1929, en la mayor crisis financiera de la historia.
Otro ejemplo fue la burbuja de las “puntocom”, que ocurrió entre 1997 y 2001 por un fuerte aumento del precio de las acciones de las empresas relacionadas con Internet. En esta burbuja, el Nasdaq (índice que incluye a las empresas tecnológicas en Estados Unidos) llegó los 5.000 puntos, luego de pincharse cayó a 3.500 y dos años después a 1.300 puntos. Por esta crisis, desaparecieron más de 4.500 empresas por quiebra o fusiones.
Otras burbujas más recientes fueron la de las hipotecas subprime de 2008, que eran un tipo especial de hipoteca orientada a clientes con escasa solvencia, por lo tanto con un riesgo de impago superior a la media del resto de créditos. Esto fue además avalado por las agencias de calificación, que asignaron calificaciones buenas (triple A o AAA) y bajo riesgo de impago a estos productos financieros.
Por otra parte, otra burbuja más reciente fue de las criptomonedas en 2018, que llevó el precio del bitcoin hasta los US$ 20.000 y unos meses más tarde a US$ 4.000.